Fármacos, psicoterapia y mindfulness

Son muchos los trastornos psicológicos en los que se considera relevante y recomendada la combinación de los tratamientos psicoterapéuticos y los psicofarmacológicos . Entre ellos cabría referirse a los siguientes (Pérez Álvarez y Fernández Hermida, 2001):

Esquizofrenia: Tratamiento farmacológico más terapia psicológica y psicosocial (habilidades sociales y solución de problemas habituales).

• Depresión bipolar: Tratamiento psicofarmacológico junto con tratamientos psicológicos que mejoren la adhesión al tratamiento.

Agorafobia: Tratamiento psicofarmacológico, terapia cognitivo-conductual (exposición en vivo).

Además de los trastornos citados anteriormente se utilizan tratamientos combinados para aquellas patologías relativas a drogodependencias (como por ejemplo; la metadona junto con terapias conductuales y terapias psicosociales en desarrollo de habilidades sociales en el caso de adicción a la heroína) y para trastornos de la alimentación. En los trastornos obsesivos compulsivos (TOC) el tratamiento más eficaz y de primera elección suelen ser las terapias cognitivo-conductuales (exposición y prevención de la respuesta) y actualmente se está experimentado con diferentes fármacos (D-cicloserina) para utilizar de manera combinada las terapias con el fin de obtener mayor eficacia y mejorar la extinción de las respuestas compulsivas (Caballo, Salazar y Carrobles, 2019).

En función de cada trastorno y de las manifestaciones del mismo en cada uno de los clientes/pacientes la planificación de la intervención será diferente.

El primer paso, y quizá el más determinante, es llevar a cabo una evaluación psicológica lo más exhaustiva, concreta y acertada posible. Este esfuerzo en la evaluación nos llevará a un conocimiento real del paciente, su entorno, su trastorno y como éste le afecta emocional, cognitiva, fisiológica y conductualmente. Obviamente en este primer paso será necesario emplear todas aquellas técnicas e instrumentos necesarios que nos ayuden a determinar con exactitud qué tipo de trastorno o patología está afectando a nuestro paciente/cliente.

Sirva como ejemplo un posible protocolo para un paciente de TOC; tras la evaluación ha de planificarse una intervención que, probablemente, estaría basada como primera elección en una terapia cognitivo-conductual (según Caballo, et. al, 2019, resulta efectiva en el 75% de los casos) para, posteriormente, combinarla con algún fármaco de última generación caso de que los resultados obtenidos con psicoterapia no fueran satisfactorios. Además de estas dos terapias y de manera complementaria se podría implementar también mindfulness como terapia de tercera generación como complemento para mejorar la gestión de la atención y el manejo de cogniciones y emociones.

El fin último de cualquier intervención psicológica es acompañar y ayudar al paciente/cliente a afrontar y, en su caso, superar sus trastornos de la manera más eficaz, rápida, económica y saludable para conseguir que su calidad de vida sea la mejor posible en todo momento.

El abordaje de los futuros desafíos en el ámbito de la salud mental y del bienestar psicológico pasa, necesariamente, por los enfoques multidisciplinares donde los distintos profesionales de la salud mental trabajen coordina y conjuntamente.

Un cordial saludo,
javi martínez

Referencias

Pérez Álvarez, Marino y Fernández Hermida, José Ramón (2001). El grano y la criba de los tratamientos psicológicos. Psicothema, 13(3), 523-529.

Caballo, Vicente E.; Salazar, Isabel C. y Carrobles, José Antonio (2019). Manual de psicopatología y trastornos psicológicos. Madrid: Pirámide.

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